Los lunares son muy corrientes; prácticamente no existe ningún ser humano que no tenga alguno. Los hay de diferentes tipos, según su localización: lunares verrugosos, formados por relieves en forma de mora, de colorido pardo o pardo-negruzco; los lunares mesenquimatosos o anexiales, de los cuales el más conocido es el fibroma molusco, constituido por tumorcitos en forma de pera, pedunculados y blandos, que se encuentran especialmente en el cuello o en el extremo superior del tronco; los lunares dérmicos, con pelos y sin ellos, con componentes..
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