Al comenzar la I Guerra Mundial el día 3 de agosto unidades situadas en la frontera alemana con el país galo advirtieron (erróneamente) a sus superiores que diversos coches franceses "llenos de oro" habían cruzado la frontera dispuestos a llegar a territorio zarista con estos suministros. Esta noticia corrió como la pólvora y llegó a Berlín, haciendo que el Ministro de Interior reaccionara con rapidez ordenando la búsqueda de estos coches y desatando una delirante búsqueda de la columna de vehículos infiltrados entre la población civil.
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