Hasta ahora había dudas sobre si la adquisición de la lectura generaba una reorganización intrínseca de los circuitos neurales. Ahora sabemos que sí es así. No tenemos genes para leer y para escribir y usamos unos circuitos neuronales que ya existían, por ejemplo, para distinguir detalles en una visión más amplia. Aprender a leer cambia también regiones cerebrales que no tienen que ver, en principio, con leer, escribir o aprender. La plasticidad neuronal inducida por la alfabetización incrementaba también la conectividad funcional entre el lóbu
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