l mar no tenía tanta chicha como antes. El siglo XIX andaba a mitad de camino y los barcos italianos llegaban a casa desolados. Había muy pocos peces. Pocos peces en el agua, pocos peces en las tiendas y pocos peces en unas cestas de la compra que se iban quedando flacas. El hambre despertaba el apetito de viajar. Los italianos empezaron a buscar costas con enjundia y descubrieron que en la británica y la cantábrica llegaban las redes llenas de pececillos. Entonces se echaron a la mar. Decenas de comerciantes...
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