Mariano José de Larra tuvo una vida marcada por el desamor y una fuga atroz de la escasa esperanza que albergaba en su país; era por decirlo de alguna manera un antecesor de otro grande, Antonio Machado (españolito que vienes al mundo…) la viva tragedia de la desesperanza, y sería, esa carga vital tan lastrada hacia la depresión severa y la necesidad inconsciente de auto aniquilación, lo que le llevaría a la inmolación.
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