Esta narración tiene un desarrollo cronológico extraño. Transcurre en dirección contraria al tiempo, como los cuentos de Scott Fitzgerald. En concreto, empieza situándose en algún lugar de la Borgoña francesa, en el enero frío de 1960. Allí, el destino quiso jugar a ser el protagonista de una vida que nada le debía y colocó un inoportuno pinchazo en la rueda del Facel Vega FV3B, uno de esos coches de lujo que, a esa hora, recorría la carretera borgoñesa a 180 km/h. El automóvil quedó en manos de ese destino que, con saña, jugó con él hasta esta
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