A diferencia de otros países, aquí estos “amados monstruos de hormigón” se asociaron con las clases pudientes, lo que hace que, pese a la desprotección del patrimonio contemporáneo, se encuentren en un estado envidiable. Solo tres podrían acabar en derribo como sucedió con ‘La Pagoda’ de Fisac, o estos días con un edificio de Paul Rudolph
|
etiquetas: brutalismo , arquitectura