Los ciervos se sienten atraídos a la infraestructura ferroviaria por la necesidad de incluir hierro en su dieta. Chupan la catenaria y las vías sobre las que circulan los trenes entre el atardecer .(...)Para Japón la situación era un problema, no sólo por los pobres cérvidos, sino también por los desperfectos (y peligros) generados de los trágicos encuentros. ¿Solución? El japonismo de los japonismos: un tren que emite a su paso ladridos de perro y berreas de ciervo para ahuyentar a los animales. Ya ha sido probado. Y funciona.
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