1982, plena guerra de las Malvinas/Falklands. Un conscripto argentino mal entrenado y peor equipado, con frío y hambriento, monta guardia en una colina. Aquí, como en el resto del archipiélago, el viento es constante y no hay un solo árbol para guarecerse de la lluvia, sólo rocas. El joven está más lejos que nunca de casa, quisiera huir y regresar con los suyos. Tiene miedo y pocas esperanzas. Las raciones y los pertrechos escasean y es improbable que lleguen nuevos envíos. Pero no tiene otro remedio que esperar la hora fatal en la que peleará
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