Después de dejar de consumir drogas o alcohol por un largo periodo y regresar de una manera premeditada, casi ceremonial, al festival de los sentidos alterados, reconozco el valor en tomar también el camino de lo que Baudelaire llamaba “diablo”. La embriaguez asistida no demerita a la mente, especialmente a la mente que también valora la posibilidad de explorar regiones de sí misma sin la asistencia de sustancias–a través de la meditación, el yoga, la alimentación o el ayuno, la literatura, la autoprogramación… y en su abrazo cósmico...
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