Las cataratas del Niágara congeladas han fascinado durante siglos, y el primer caso registrado se remonta al invierno de 1848, cuando una ola de frío extremo hizo que las cataratas se congelaran. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando la gente empezó a capturar su belleza congelada en fotografías. En aquella época, la fotografía aún estaba en sus inicios y los equipos eran voluminosos y difíciles de manejar. A pesar de las dificultades, los fotógrafos se sintieron atraídos por la belleza única (...)
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