La humildad intelectual ayuda a valorar realmente lo que sabemos, así como nos deja abiertos al pensamiento reflexivo, al compromiso intelectual, a la curiosidad y a la apertura mental. La arrogancia intelectual induce al error y dificulta el aprendizaje. Las personas que presumen de su inteligencia tienen mayores dificultades para adquirir nuevos conocimientos y para admitir posibles errores en su manera de pensar, según ha determinado una investigación.
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