Esta historia comienza con Acrisio, rey de Argos. Este hombre se casó con Aganipe y tuvo una hija a la que llamaron Dánae. Al no tener ningún hijo varón (por aquel entonces los varones eran los que heredaban los imperios y, por ello, surgía la necesidad de tener un varón) Acrisio preguntó a un oráculo que si tendría algún hijo y si sería varón. A lo que este le contestó que jamás tendría más hijos. Ante la respuesta, Acrisio se entristeció, puesto que no tendría más remedio que dejar que Dánae heredara el trono tras su reinado.
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