En el mundo de hoy se da la extraña paradoja de que la nesciencia y la ignorancia parecen seguir tendencias opuestas: mientras la primera cae, la segunda sube. Cada vez se sabe más, esto es innegable; y en cambio, la impresión es que cada vez se prefiere más ignorar lo que se sabe. O al menos, la diferencia entre lo que se sabe y lo que a menudo se cree resulta más vertiginosa. Y es que la publicidad y la propaganda parecen resultar más creíbles que la ciencia para una gran capa de la población.
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