El refranero, siempre propenso a lo cafre (incluso cuando acierta, y quizás más cafre cuanto más acierta) nos advierte que “en el funeral todos hablan bien del muerto”. Los motivos de estos funestos hábitos de celebración son múltiples: quienes se inclinan hacia la mala sombra pueden elogiar sin temor a que sus palabras le alegren el día al interesado; los oportunistas pueden frotarse con la lumbrera sin miedo a que les replique; y los despistados (conjeturo que la mayoría) recuperamos como buenamente podemos el tiempo malgastado.
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