Entre las prácticas que destruyen el suelo figuran la urbanización en terrenos fértiles próximos a las ciudades, la utilización de suelo agrícola para la industria, el abuso del regadío, la deforestación, los incendios, la contaminación, etc. Se sabe que el 25% de los regadíos de todo el planeta están “salinizados” por carecer de un buen drenaje que filtre los minerales del agua, y también que en España hay embalses que han perdido el 70% de su capacidad por colmatación. Estas son algunas consecuencias más de la degradación del suelo.
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