Desde la educación, esa clara oposición entre “Estado, ineficiencia, anacronismo” por una parte, y “empresa, eficiencia, innovación”, por otra, no se sostiene. Dos libros recientes me invitan a plantear este debate. Ambos afirman que el progreso tecnológico y social no es un efecto interno del mercado, sino que se funda en un factor exógeno: el Estado. Si queremos progresar debemos diseñar una adecuada simbiosis entre Estado y empresa, para bien de la sociedad.
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