La bandera constitucional de 1978 cambia el escudo del águila franquista, pero mantiene los mismos colores. Es decir, que aunque cuenta con el visto bueno del PCE y el PSOE en la Transición, no rompe el hilo simbólico con la dictadura, una dictadura que utilizó la bandera como uno de los símbolos para definir qué era España y qué era la antiespaña, término que nace a finales del XIX en el enfrentamiento entre los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza y los reaccionarios, casticistas y neocatólicos de Marcelino Menéndez y Pelayo.
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