La charlatanería es tan antigua como el habla y la historia está llena de impostores, cuentistas y farsantes: siempre ha habido falsos profetas e iluminados que aprovechan su labia para hacer negocio. Uno de los ejemplos más añejos que hay documentados es el de Alejandro de Abonutico, un oráculo griego que vivió en el siglo II d.C. y se inventó un culto mistérico a un dios con forma de serpiente llamado Glycon que era una marioneta manejada por él mismo.
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