El erial se aproximaba a su punto de colapso. Quiero decir que la basura acumulada estaba a punto de hundirse bajo su propio peso. Recordemos que sin basura que los rodee no hay objetos de valor simbólico. Pero el erial no acaba de colapsar nunca, esa es su virtud y su tragedia, nuestra tragedia. Porque estamos condenados a convivir con un basural enorme a nuestras espaldas y que nos corta la mirada a la altura de la visión. Ese es nuestro mal y al tiempo nuestra mejor protección contra las amenazas del mundo.
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