Me encanta el cuento de “El rey desnudo”, también titulado “El traje nuevo del emperador”, narración corta o acopio popular de Hans Christian Andersen. Creo que todos conocemos la historia, sería cansino reproducirla. Pero mi cuento es distinto, porque yo conozco al rey vestido con el traje de siempre. Imaginármelo desnudo no me apetece. Es el rey de mi Estado. Nadie me preguntó si deseaba semejante monarca. Llegó por herencia paterna, de un padre caído del cielo, de un cielo nublado, franco de dudas por ley y no protestes.
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