El pedante emplea la oratoria para paralizar a sus víctimas, llegando a provocar bostezos y dolor de cabeza y, en casos extremos, deseos suicidas. La única posibilidad para sobrevivir a un pedante es la huida. Por esto, el pedante de a pie prefiere espacios y momentos con obstáculos para la huida de la víctima: conferencias, tertulias literarias, presentaciones de libros y películas, exposiciones académicas…
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