Quizás para completar su frugal renta como funcionario de la Oficina de Patentes, Albert se alió con su colega Conrad Habicht y su hermano Paul para probar suerte en el mundo de los negocios. Por supuesto, sin frenar el torrente de trabajos teóricos que había iniciado años antes. [...] Su idea era simple, pero iba dirigida a un mundo que él conocía bien: los laboratorios de Física. A grandes rasgos consistía en desarrollar una máquina que amplificase cargas eléctricas muy pequeñas para que pudieran medirse y estudiarse.
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