El frenético desarrollo del ferrocarril en Europa llevó a que se estudiara su implantación en la península Ibérica. Durante el reinado de Fernando VII se llevaron a cabo diversos estudios para construir varias vías, pero la inestabilidad política y la falta de recursos económicos terminaron por arruinar todas aquellas aventuras. Finalmente, en 1837, se abrió el que fue el primer ferrocarril español, fue en Cuba y su recuerdo bien merece una descripción adecuada pero, antes, veamos qué sucedió al poco en la península.
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