La mansión Bartow-Pell es la última de su clase. Enclavada en un estrecho camino en los lejanos confines de Pelham Bay, en el Bronx, esta finca de 348 años de antigüedad fue uno de los muchos retiros que se construyeron para que los neoyorquinos acaudalados colgaran sus sombreros de copa y se relajaran en el esplendor de Downton Abbey. Al igual que en muchas mansiones americanas antiguas, Bartow-Pell tiene un buen número de artefactos extravagantes, historias de fantasmas y de principios de la historia de los nativos americanos.
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