A mediados de 2012 el Gobierno nos dejó con la boca abierta y el bolsillo seco cuando anunció un paquete de medidas entre las que se encontraba la subida del IVA y un brutal incremento del 15 al 21% en el tipo de retención a autónomos profesionales. Estas medidas tuvieron efectos devastadores tanto en el consumo interno en general como en la maltrecha economía de los autónomos en particular. El cambio supuso que, por un trabajo hecho de 1.000 €, tras ingresar el IVA y aplicarle la retención, un profesional pasara a recibir 790 €
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