(...) Sin duda el dolor ha sido un buen aliado: evolutivamente hablando es una buena característica. Los especímenes sensibles al dolor han tenido más descendencia que los especímenes menos sensibles: nos hace escapar más rápido de una situación peligrosa, nos hace evitar ciertos comportamientos perjudiciales y nos hace descansar ante averías funcionales de nuestro sistema para evitar empeorar su estado mientras se cura. (...) Aunque, como todo en la vida tiene un precio.
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