Un equipo internacional liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que el dióxido de carbono (CO2) tiene un efecto fertilizante a bajas temperaturas en el Océano Ártico que desaparece en el verano, con consecuencias para el cambio climático. "El CO2, un importante gas de efecto invernadero, regula la producción primaria, tal y como esperábamos, pero este impacto solo es notable a bajas temperaturas“, explica la investigadora del CSIC Johnna Holding, del Instituto Mediterráneo de Estudio
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