Es muy frecuente recurrir al «anímate» como si esta palabra mágica pudiera arreglarlo todo. En realidad, con este modo de animar lo que en realidad se hace es infravalorar al deprimido y a su sufrimiento, y aunque la intención sea buena, el efecto puede ser tan devastador. Ante estos consejos (y otros como «vamos, alégrate», «sé positivo», «sé cómo te sientes»), es posible que el deprimido se sienta poco respetado en su experiencia depresiva e incluso culpable por haberse metido en una prisión de la que es incapaz de salir.
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