Muchas son las razones por las que una batalla puede ser ganada o perdida, una mala estrategia, el clima, o un mensaje que no llegó, pero pocas que yo conozca, han tenido entre las causas de su desenlace al buen amigo vino. Quiso el destino que el beneficiado, y el dueño del vino, fuese España, y que la víctima, el atacante, una de sus más acérrimas enemigas, la Pérfida Albión, la altiva potencia en ciernes que aún no lograba el completo dominio de los mares. Año: 1625; objetivo: Cádiz.
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