La transición entre estar despierto y quedarse dormidos no es abrupta, ni mucho menos. Ni fácil. Como todos sabemos, porque lo experimentamos cada vez que nos vamos a la cama, es un proceso gradual a través del cual la temperatura corporal desciende y la función de la memoria cambia. Así, poco a poco vamos perdiendo la conciencia de nuestro entorno. Todo este proceso implica una multitud de marcadores fisiológicos y conductuales.
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