Desde el mismo momento en que se decidió recuperar el espíritu olímpico en 1894, el barón de Coubertin propuso que además de las pruebas físicas existiera también una parte dedicada a la competición artística dentro de los Juegos Olímpicos. Se decidió esta competición comprendería cinco áreas: arquitectura, pintura, escultura, música y literatura. Debido a varios problemas de organización, la puesta en marcha de este proyecto se retrasó hasta las olimpiadas de Suecia en 1912.
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