La historia es antigua y, aunque parece que nos hemos desembarazado por completo de ella, en muchos casos no es así: ¿Por qué cuando un hombre es promiscuo se dice de él que es un donjuán y cuando lo es una mujer no queda más remedio que calificarla de fulana? Aunque, en realidad, de los términos de donjuán y fulana o picaflor y pilingui, muy de la generación de nuestras abuelas, hemos pasados a cosas como fucker y guarra, pichabrava y putilla o putero y perra. Lo mismo da.
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