No busquen a Bond, James Bond en esta lista; esto va de funcionarios con sobrepeso, agregadas culturales de mediana edad en embajadas y criaturas nocturnas que guardan secretos aún empapadas en alcohol. Esto va de espías de verdad. La primera regla del agente de inteligencia es fundirse entre el marasmo porque ya saben que esta es una guerra que se libra en un frente tan indefinido como inabarcable, desde la calle en la que vives hasta aquella a la que sueñas con mudarte en Honolulu. De las redes ya ni hablamos.
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