Bebe de John Carpenter en Asalto a la Comisaría del Distrito 13, o del Walter Hill de Calles de Fuego. O incluso si se puede comparar con la brillante serie Antidisturbios. En cualquier caso el resultado es fantástico, es vibrante y tiene personalidad propia. Una película que se pasa en un suspiro y que nos mete de lleno en una tierra peligrosa, un edificio del que parece imposible escapar para la protagonista. Esos planos largos, a veces planos secuencia, esa forma de meterse en la acción visceral y sin miedos.
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