Cuando el padre y tío del africano, Publio y Gneo Escipión, fueron derrotados en Hispania y fue masacrado la mayor parte de su ejército por las tropas cartaginesas y aliadas, muchos de los pueblos de Iberia se pusieron del lado cartaginés: Al no atreverse ninguno de los generales a partir hacia allí para restablecer la situación, Escipión el Africano, que contaba con sólo veintitrés años, prometió que lo haría. Con esta confianza en sí mismo, y solo dos legiones, devolvió al pueblo romano la esperanza de la salvación y de la victoria.
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