En la década de 1870, el eminente médico neoyorquino Stephen Smith encabezó un movimiento para plantar más árboles. Hacerlo, argumentó, salvaría vidas. Para promover la plantación de árboles en su ciudad, Smith, quien fue pionero en las reformas sanitarias de la ciudad y autor de un estudio pionero que correlacionó las altas temperaturas con las muertes infantiles por varias enfermedades infecciosas. Concluyó que plantar árboles en las calles podría mitigar el calor opresivo y salvar de 3.000 a 5.000 vidas por año.
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