A finales del año pasado, Joseph Franklin, un profesor de la Universidad Estatal de Florida, llegó a una conclusión desalentadora: tras examinar exhaustivamente cientos de estudios sobre predicción del suicidio descubrió que no habíamos avanzado nada en los últimos 50 años. La ciencia no podía predecir el suicidio. Pero, según parece, la inteligencia artificial tiene razones que la ciencia aún no entiende. En los últimos meses, varios proyectos están haciendo grandes avances en predecir un problema realmente muy serio.
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