Los visitantes, que desde el este, llegan a la ciudad de Huesca son recibidos por la figura del Castillo-abadía de Montearagón. A pesar de que su color ocre se mimetiza con el árido terreno de la hoya de Huesca, es claramente visible desde varios kilómetros de distancia. Como dice el título, lo podemos considerar una especie de hermano pobre del Castillo de Loarre. Mientras a este último llegan miles de visitas todos los meses, y gran parte de las inversiones públicas en Patrimonio, el castillo de Montearagón parece condenado al olvido.
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