«La idea de tener una casa de verano y otra de invierno correspondía a la clase alta, pero en aquella época en España se hizo posible para más gente. Esto se traducía en un estilo arquitectónico: el aspecto de castillo medieval, las forjas, las columnas dóricas; eran casas grandilocuentes», analiza. Desde su visión exterior, se articula el lenguaje de la opulencia: a las afueras del pueblo, de pronto, se levantan cinco viviendas con torreón.
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