Una simple misiva al director del Diario firmada por una veraneante criticando a la ciudad y a los gaditanos encendió el orgullo patrio y provocó un aluvión de coplas en 1983. La carta contenía también recados para los gaditanos. “Muchos intentan hacerse los graciosos con los forasteros, gastándonos bromas estúpidas y considerándonos como seres extraños. Yo, de verdad, no les veo la gracia y además me han parecido gente poco seria, y en muchos casos irresponsables, porque no atienden a los visitantes como debieran”, relataba el texto.
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