Todos tenemos en la cabeza el estereotipo del alemán cabeza cuadrada, que zampa salchichas, bebe cerveza caliente, antisemita convencido en su fuero interno (no así de cara a la galería) y sobre todo, es un tipo frío, sin sentimientos y tremendamente racional. La clase de persona que duerme bien sabiendo que su bienestar depende del sufrimiento de millones de personas del sur de Europa. Sin embargo nada hay más lejos de la realidad. En el alemán conviven, como opuestos, la racionalidad más absoluta con los sentimientos más fanáticos. No en van
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