El Borges de Adolfo Bioy Casares, tan monumental, atrae y repugna por igual: es un espectáculo morboso. Utilizando una palabra que, en este libro de más de mil páginas, hecho con las anotaciones que Bioy hacía en su diario referidas a sus encuentros con Jorge Luis Borges, se adjudica a cualquier libro que les desagrada —todo libro que contenga escenas eróticas entra dentro de tan severa consideración—: es una inmundicia. Hasta en poemas a los que dan su aprobado encuentran momentos que consideran baratos o lastimosos.
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