Cuando hacia el final de la segunda guerra mundial murieron asesinados 28 civiles en Atenas, no fue obra de los nazis, sino de los británicos. Ed Vulliamy y Helena Smith revelan cómo la vergonzosa decisión de Churchill de volverse contra los partisanos que habían luchado con los aliados contra los nazis puso la simiente del ascenso de la extrema derecha en la Grecia de hoy.
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