Un experimento con nanopartículas de oro inhaladas por humanos y ratones ha confirmado, como se sospechaba, que las diminutas partículas que respiramos en entornos contaminados se transfieren del pulmón al torrente circulatorio, acumulándose más en las zonas inflamadas de los vasos sanguíneos. El hallazgo ayuda a explicar la asociación entre contaminación del aire y enfermedades cardiovasculares.
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