Catalina de Siena (1347-1380) bebió pus de los pechos de una mujer cancerosa y en ese momento pudo escuchar a Cristo. Margarita María Alacoque (1647-1690), monja salesa natural de Hautecour comió los vómitos de una paciente y la diarrea de una enferma de disentería, así encontró a Cristo. Recorrido por la historia de los perversos, individuos que, santos o políticos, siempre han creído actuar "bien" en la transgresión.
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