Aunque sea algo habitual, beber el agua fósil y, aun peor, malgastarla, es un signo de que ignoramos su importancia y su lenta reposición natural. Gran parte del agua dulce proveniente de la precipitación se infiltra en el suelo y puede o bien acabar aflorando en forma de manantiales o nacimiento de ríos, o bien permanecer bajo el suelo, alojada en acuíferos, durante miles y hasta en ocasiones millones de años, aislándose por un largo tiempo de su ciclo normal quedando inutilizable para la mayoría de los seres vivos. Hablamos del agua fósil.
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