Por alguna razón que tiene que ver con lo que nos gustan las rimas, la frase que creó mala fama a la provincia de Albacete es una de las que casi todos aprendimos de niños. Y luchar contra un clásico no es nada fácil. La buena noticia es que esa inmerecida imagen de provincia sin nada que ofrecer al visitante se puede tirar por tierra sin mucho esfuerzo.
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