Díaz-Canel les advirtió que no serán cambiados ni la “irrevocabilidad”, qué cómico, “del sistema socialista que soberanamente adoptó nuestro pueblo”, establecida en el artículo 3 del capítulo I, ni el artículo 5, que otorga al Partido Comunista el papel de “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado” y que, en efecto, anula la Constitución misma, puesto que subordina el Estado a las decisiones de un grupo extraconstitucional, cuyo poder, supremo, indisputado, la Constitución acepta pero no controla, ni ordena ni puede, si así lo quisieran los ciudadanos, cancelar.