La primera residencia que la doctora Ximena di Lollo pisó dentro de la crisis de la COVID-19, se ha quedado para siempre en su cabeza: "Había tres o cuatro personas para atender a 25 pacientes que estaban en el final de su vida, no sabíamos quién era quién, estaban en muy mal estado, confusos, deshidradatos, agitados y sin poder comunicarse con su familia".
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